El mundo con nosotros

28/08/2023

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“En busca del clavo dorado” no es una nueva entrega de la saga de Indiana Jones, sino lo que se supone que está haciendo el grupo sobre el Antropoceno de la IUGS (Unión Internacional de Ciencias Geológicas). El clavo dorado es una chincheta que marca el límite exacto entre dos formaciones geológicas que coinciden con dos mundos distintos. Por ejemplo, el límite entre el Mesozoico (la era de los dinosaurios) y el Cenozoico (la era de los mamíferos, en la que estamos ahora) tiene como infalible indicador un nivel de alta concentración de iridio, procedente de un meteorito enorme que se estrelló en la Tierra hace 66 millones de años.

El meteorito virtual que forma la reciente cultura humana está dejando muchas más cosas que un sutil rastro de iridio por todo el planeta. Está poniendo el planeta perdido de plásticos, plomo, compuestos fluorocarbonados, óxidos de nitrógeno, partículas de petróleo y carbón mal quemadas, etc. Eso sin contar los cambios a gran escala de la atmósfera, con su creciente concentración de CO2 y metano, las emisiones de CFCs, etc.

El grupo de trabajo de la IUGS quiere buscar algo más concreto, el clavo dorado que marque el límite entre el Holoceno (penúltima era del cuaternario del cenozoico), que comenzó hace unos 12.000 años y el Antropoceno, nuestra supuesta era. Hay montones de implicaciones sociales, culturales, ambientales e incluso tal vez legales en considerar el Antropoceno como un período geológico aparte y oficialmente delimitado. La tarea no es fácil, la IUGS todavía no ha dado luz verde. Candidatos al clavo dorado del Antropoceno son los rastros de plutonio procedentes de pruebas de armas nucleares, hacia 1950, o la súbita proliferación de envases plásticos desechables a partir de 1960 aproximadamente.

Alan Weisman publicó su libro El mundo sin nosotros en 2007. Weisman plantea una pregunta interesante: ¿qué le pasaría al mundo si los humanos desaparecieran de repente? (no se dice cómo). Lo que pasaría se puede organizar en una secuencia temporal de hechos que va desde el anegamiento de los túneles del metro de Nueva York (ocurriría en una semana o menos) a la destrucción de la última estatua de bronce (dentro de muchos miles de años).

El libro describe cómo, sin energía eléctrica ni hábiles profesionales que mantengan en funcionamiento los cientos de bombas de gran potencia que mantienen emergida la isla de Manhattan, esta se vendría abajo, con Nueva York siguiéndola a continuación. También hay otros ejemplos de qué ocurre si dejamos una zona sin tocar, como sucede con la franja desmilitarizada entre Corea del Norte y del Sur, desde 1952: la naturaleza aprovecha rápidamente la oportunidad.

Otro libro hipotético llamado “El mundo con nosotros” podría plantear una pregunta algo distinta: ¿qué le pasaría al mundo si los humanos viviéramos con más cuidado? Aquí es donde los trabajos del Anthropocene Working Group podrían tener una gran utilidad para nuestra vida cotidiana. El concepto del Antropoceno nos permite una visión más ajustada y realista de nuestro impacto sobre el planeta. Nos hace conscientes de que vivimos en una era geológica distinta, cuyo rumbo depende de nuestras decisiones.

Mientras los comités del IUGS siguen discutiendo sobre dónde anda el famoso clavo dorado, hay muchas cosas que podemos hacer. Se trata de tomar decisiones de manejo de nuestra era geológica: ¿Es factible dejar de quemar petróleo, y dejarlo bajo la tierra? ¿cómo podríamos re-naturalizar nuestras ciudades, unos ecosistemas que dependen día a día de complejas redes de energía y suministros? ¿Es posible aliviar a los océanos y al resto del mundo de la pesada carga que suponen cientos de millones de toneladas de plásticos desechables? ¿Podemos controlar los incendios forestales, cada año más violentos y arrasadores?

La visión “antropocénica”, permite rastrear de manera más afinada el origen de muchos problemas actuales, así como la manera en que podemos trabajar para resolverlos. Por ejemplo, la (larga) historia de cómo se consiguió erradicar la gasolina con plomo, tras múltiples dilaciones y presiones por parte de la industria, gobiernos y medios de comunicación, podría ser un modelo adecuado para entender los graves problemas con que se enfrenta la paulatina eliminación del coche de motor de combustión.

Jesús Alonso Millán

Imagen: Caspar David Friedrich (1822): Der einsame Baum (El árbol solitario). Wikimedia Commons.

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