Seis ideas para mejorar tus indicadores de resiliencia

28/04/2023

Tiempo de lectura: 6 minutos

Cuatro componentes se sumaron en abril de 2023 para pintar un panorama algo inquietante: la sequía, una ola de calor rara en esta época del año, los elevados precios de los alimentos y la continua tendencia de subidas en el precio de la energía, tanto los combustibles como el gas natural y la electricidad. Da la sensación de que no nos vendría mal un poco más de resiliencia.

El concepto de resiliencia lleva algunos años en uso. Es algo rebuscado pero expresa bien la idea: capacidad de resistencia frente a perturbaciones, de capear el temporal sin daño. Un sistema demasiado rígido y simple suele tener poca resiliencia. Por ejemplo, un enorme campo cultivado con una sola variedad vegetal puede ser víctima fácil de una plaga, mientras que un mosaico de pequeñas parcelas de cultivos variados es casi invulnerable a esa calamidad.

En el ecosistema doméstico pasa algo parecido. A primera vista parece que aumentar la resiliencia de nuestros hogares es tarea difícil o imposible: dependemos de redes ajenas de suministro de energía, agua, alimentos y otras cosas. Pero nuestro margen es mayor del que podemos pensar. Los seis aspectos que van a continuación nos permitirán hacernos una idea de nuestro nivel de resistencia frente a elementos adversos, así como de cómo podríamos mejorarlo.

Aumenta el porcentaje de abastecimiento de energía renovable

Una casa con un sistema completamente autónomo de abastecimiento de energía, desconectado de la red general (mediante paneles fotovoltaicos y baterías, por ejemplo), tendría un índice de resiliencia energética muy alto (aunque puede salir caro y requerir bastante mantenimiento). Tal vez no podamos llegar a tanto, pero sí podemos aumentar nuestro porcentaje de abastecimiento de energía renovable. Las renovables están más desconectadas del sistema mundial de distribución de energía fósil y nuclear y son por lo tanto mucho más resilientes.

Hay que tener en cuenta que la electricidad que se consume en España ya es renovable en un 50% aproximadamente. No es difícil aumentar ese porcentaje participando en alguna iniciativa de autoconsumo, en tu propia casa o en alguna instalación de paneles fotovoltaicos alejada no más de dos kilómetros de tu domicilio. Si tu casa lo permite, también puedes instalar una caldera de biomasa. Todo ello te permitirá afrontar con más tranquilidad un escenario cambiante de abastecimiento de energía.

Mejora la eficiencia de los generadores de calor y frío

En los últimos años se ha avanzado mucho en la eficiencia de las instalaciones de calefacción y aire acondicionado. Además de termostatos automáticos y temporizadores, los repartidores de costes permiten ahorrar mucha energía de calefacción –solo pagas el gas natural que consume cada radiador, por ejemplo. Estas instalaciones eficientes permiten atravesar las inclemencias climáticas con menos sobresaltos.

Para sugerencias prácticas, consulta aquí la Guía FVS Climatización.

Reduce el índice de transmisión térmica de tu casa

El índice de transmisión térmica de un edificio suele variar entre 5 (muy mal aislado) a 1 (correctamente aislado). Una casa con un aislamiento integral de fachada (que equivale a cubrir todo el edificio con una coraza impenetrable al frío o el calor) es casi invulnerable al más tórrido de los veranos o el más congelado de los inviernos. Sin llegar a esta situación, siempre es factible reforzar de alguna manera el aislamiento de nuestra vivienda, como mínimo instalando ventanas de doble cristal.

Puedes consultar aquí la Guía FVS Aislamiento para la edificación.

Aumenta el ratio peso del pasajero / peso de vehículo

En el peor de los casos, un conductor solitario en coche grande, podemos tener un indicador tan malo como 2.000 kilos de vehículo por pasajero transportado. La media es de unos 800 kilos (un coche de peso medio, 1.200 kilos, con una media de ocupación de 1,4 pasajeros, incluyendo al conductor). Un utilitario con cuatro ocupantes bajaría este ratio a solo 200. Los coches ultraligeros podrían bajar a 100, una bici eléctrica necesita solo 20 kilos de peso por pasajero.

Hacer trayectos cotidianos casa-trabajo en vehículos pesados implica un extraordinario derroche de energía, y te hace muy vulnerable a las fluctuaciones de precio y abastecimiento de la energía. Muchos conductores hacen grandes esfuerzos para encontrar la gasolina unos céntimos más barata, pero el verdadero ahorro lo conseguirían usando vehículos mucho más ligeros y eficientes. Esto también se aplica a las versiones eléctricas de los grandes y pesados SUV, que necesitan grandes y pesadas baterías.

Reduce a cero (o casi) el porcentaje de desperdicio de alimentos

Las cifras de derroche de comida varían, pero son muy elevadas según todos los indicios. Según datos del Informe del Desperdicio Alimentario en España que elabora el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, cada español tiró de media a la basura 28,21 kilos/litros de alimentos en el año 2021. El desperdicio alimentario es un desastre completo: añade una carga extra al sistema de producción de alimentos, con su notable impacto ambiental asociado, y supone una aportación extra al ya sobrecargado sistema de gestión de residuos. El desperdicio cero puede ser difícil, pero bajar a un 5% o 10% es muy factible. Comprar comida con conocimiento, no almacenarla sin más, tenerla bien a la vista y controlar el frigorífico son trucos para conseguirlo.

Encontrarás más ideas para frenar el desperdicio alimentario aquí.

Mejora el balance de alimentos ultraprocesados / alimentos frescos

Una de las claves de la resiliencia doméstica es la capacidad de comprar alimentos frescos y transformarlos en la cocina en buena comida. Esta alquimia te permite diversificar tus compras de alimentos, aprovechando las oportunidades de obtener buena calidad a buen precio. Los ultraprocesados te atan a un régimen alimenticio muy monótono, y además no son tan baratos como parecen, en términos de salud y buena nutrición.

Consulta la web La Cocina de los Nietos para conseguir más ideas de cocina sostenible.

 

Pero además: la resiliencia no es solo una cuestión personal, de una familia o un hogar. No se trata de aguantar en solitario los malos tiempos, sino de participar en comunidad para que los tiempos sean mejores para todos: apoyando la expansión de las energías renovables, la rehabilitación de viviendas, la peatonalización de nuestras calles, la mejora de la alimentación, y tantas otras cosas interesantes y apropiadas para todo el mundo.

Jesús Alonso Millán

Fotografía: Silas Camargo Silão en Pixabay

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