Cinco cosas que empiezan a pagar su deuda ambiental

17/11/2023

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Vivimos en una época inflacionista, con algunas subidas de precios (como la del aceite de oliva) realmente alarmantes. Pero hay otras tendencias de evolución de los precios, a muy largo plazo, que tienen otra explicación y que pueden contribuir a hacer el mundo más sostenible.

Viajar por el aire

Hay varias razones que apuntan a un encarecimiento del transporte aéreo, o en realidad a que se termina la época de los vuelos ultrabaratos, en la que se vendían billetes Madrid-París por poco más de diez euros. Como en el caso de los residuos, coches, plásticos y la carne, la razón es que el transporte aéreo está empezando a pagar su deuda ambiental.

Hasta ahora la aviación estaba exenta de pagar el impuesto al CO2, y el final de ese chollo va aumentar el precio del combustible, un coste clave del sector. Además, será necesario pasar de los actuales porcentajes ínfimos de uso de biocombustibles a utilizarlos en masa, y son más caros que el queroseno convencional. A eso se suma una tendencia a penalizar los vuelos cortos, muy ineficientes.

La tasa anual de basuras que le pagamos al ayuntamiento

La última ley de residuos obliga a los ayuntamientos a establecer una nueva tasa por recogida de basuras que sea específica y que sirva para pagar el coste real del servicio. Es decir, que no se pueda disfrazar dentro de otro impuesto (como el de plusvalía) y que se calcule de manera que sea suficiente para afrontar todo el coste de la recogida y tratamiento.

Hay dos maneras de ver la nueva tasa, que entrará en vigor a partir de abril de 2025. Los que ven el vaso medio vacío alertan de que el servicio se encarecerá (cerca de 50 euros al año). Los que lo ven medio lleno aprecian que la nueva tasa, por primera vez en la historia, no sea automática, sino que se basa en el principio “paga por lo que tiras”. Así que contempla muchas reducciones para los ciudadanos y empresas que hagan las cosas bien, reduzcan su volumen de residuos, recuperen, reutilicen y reciclen, etc.

Coches, y todo los relacionado con ellos

Aparte de subidas de precio coyunturales, por escasez de microchips o alzas bruscas de determinadas materias primas, el precio de los coches y de su uso está subiendo paulatinamente por otras razones de fondo. La principal es que los coches están empezando a pagar el daño que causan al medio ambiente. Las sucesivas normas que limitan la emisión de gases contaminantes y de CO2 por parte de los vehículos (ahora estamos entre la Euro 6 y la Euro 7) son cada vez más estrictas, y eso obliga a los fabricantes a reforzar las tecnologías descontaminadoras, lo que puede costar más dinero. También pueden encarecer los coches los sucesivos endurecimientos de las normas de seguridad para evitar daños a conductores, pasajeros y peatones.

El uso del coche es claramente cada vez más caro: se paga más por aparcar, por impuestos como el de matriculación, se habla de implantar un peaje en las autovías, no están lejanos los peajes urbanos, etc. Esto por el lado de los coches de motor de explosión, los eléctricos son harina de otro costal.

La carne y los huevos

La carne va a ser más cara porque debe ir abandonando poco a poco el modelo ganadero industrial, compacto y masivo. Por ejemplo, criar decenas de miles de gallinas en tan poco espacio que el único movimiento que pueden hacer es subir y bajar el cuello para comer va a dejar de pasar. El llamado modelo macrogranja permite bajar los precios de la carne, pero a costa de un impacto ambiental muy negativo y de una gran merma del bienestar de los animales. Estas dos tendencias, granjas más pequeñas y más espacio para los animales, encarecerán sin duda la carne y los huevos.

La ventaja es que los productos ganaderos serán de mejor calidad, al venir de animales bien alimentados y bien tratados. Se trata de pasar de un modelo de producción masiva de carne a otro que tenga en cuenta que no se trata de una cadena de montaje industrial, sino de la cría de seres vivos y sintientes.

Los envases plásticos de usar y tirar

Los envases de plástico desechable inundan el mundo desde hace décadas, no han cesado de proliferar, y solo ahora parece que comienzan a retroceder. En este caso no hay que investigar mucho para ver como el plástico desechable está literalmente hasta en la sopa, por todas partes, incluyendo los mares y océanos y por supuesto, en forma de pequeñas partículas, dentro de nuestros cuerpos.

Se están planteando varias medidas para reducir esta proliferación, y una de ellas es encarecerlos. El reciente impuesto al plástico desechable implica pagar algo menos de cincuenta céntimos por kilo de material. Teniendo en cuenta que, por ejemplo, una botella de PET de un litro de capacidad pesa solo 25 gramos, su precio subiría poco más que un céntimo. Pero cada año se producen, solo en España, millones de toneladas de artículos de plástico desechable, y el impuesto puede recaudar fácilmente más de 1.000 millones de euros.

 

Los precios, nos dicen los expertos en economía, son semáforos que indican continuamente la dirección que toma nuestro socioecosistema. La transición ecológica necesita un nuevo sistema de precios; por ejemplo, acabando con las cuantiosas subvenciones a los combustibles fósiles, lo que los encarecerá. Pero también se abaratarán muchas otras cosas, como el transporte público o la electricidad, si continúa creciendo su cuota de producción renovable.

Jesús Alonso Millán

Fotografía: Luciano Prats en Unsplash

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