Van a acabar con el placer de conducir

13/09/2018

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Categorías: Movilidad, Transporte privado-Etiquetas: -

¿Es un placer poner una lavadora? No mucho, la verdad. Pues dentro de poco conducir un coche será muy parecido, con la única diferencia de que en este caso estaremos dentro del electrodoméstico y no fuera. Una vez dentro del vehículo, programaremos el viaje en una pantalla digital y nos pondremos a leer el periódico o a ver una película en cualquier otro display electrónico, o sencillamente nos dedicaremos a mirar el paisaje. Eso es exactamente lo que hacemos cuando vamos en autobús, la única diferencia es que en este caso el vehículo nos puede llevar de puerta a puerta a nuestro destino.

Volvo ya ha presentado un vehículo de este tipo, una especie de cuartito con ruedas y una cama incluida, que serviría según la compañía para sustituir a trenes de alta velocidad y vuelos regionales en trayectos de entre 600 y 1.000 kilómetros. El Volvo 360c es solamente un concepto por ahora, pero hace unas horas la Dirección General de Tráfico ha anunciado que pretende la implantación obligatoria del ISA (Intelligent Speed Adaptation, Asistente de Velocidad Inteligente).

ISA es un mecanismo que sabe en cada momento, según la posición del vehículo, cual es la velocidad máxima permitida. Lo sabe por localización GPS en un mapa de velocidades o incluso leyendo directamente las señales de tráfico que las indican. A partir de ahí puede advertir simplemente al conductor con una señal acústica cada vez que la velocidad es excedida –el conductor hará lo que crea conveniente–, o limitar automáticamente la velocidad sin que el conductor pueda hacer nada para evitarlo. En el primer caso el conductor es el que toma la decisión, en el segundo es el coche el que decide. Las experiencias llevadas a cabo en varios países, principalmente Suecia y Holanda, son positivas en términos de reducción de accidentes y víctimas.

ISA es uno más de la infinidad de sistemas de conducción automática y segura, algunos de los cuales ya vienen de fábrica con los coches. Por ejemplo, Mazda ofrece a sus clientes varios sistemas automáticos de seguridad, como el control de la distancia de seguridad, el reconocimiento de señales de tráfico, la asistencia para no salir del carril, etc. Otros sistemas frenan de manera automática ante un obstáculo, como el Autonomous Emergency Braking (AEB). Según la clasificación de la Sociedad de Ingenieros de Automoción en seis niveles (de cero, ningún automatismo de conducción a 5, conducción completamente autónoma) ahora estaríamos en el nivel 1 (ayudas a la conducción), avanzando hacia el dos, equivalente a un piloto automático capaz de mantener al vehículo dentro de su carril sin intervención del conductor.

Todos ganamos con esta nueva tecnología: los accidentes y las víctimas se reducen notablemente (en principio, un parque de coches 100% autónomos reduciría la siniestralidad casi a cero) y los conductores podrán viajar mucho más relajados. Pero un documento de la Comisión Europea sobre el ISA indica dos tipos de efectos negativos del sistema: por un lado, los conductores se relajan y se despistan, olvidando acelerar y frenar cuando es necesario hacerlo. Por otro, los conductores se sienten “frustrados” y algunos practican una conducta compensatoria del ISA conduciendo a toda velocidad en los tramos donde el sistema no está activo.

El problema, desde el punto de vista de los fabricantes de automóviles, es que su principal argumento publicitario, el placer de conducir, se viene abajo. BMW lo resumió en un anuncio histórico, el spot “Mano” de 2001, que resume la perfecta fusión entre el vehículo, el conductor y la carretera, con una mano ondeante que sale por la ventanilla, un verdadero satori. Mazda maneja el concepto japonés de Jinba-Ittai, la fusión perfecta entre el jinete y su montura, para trasladarla a los conductores de sus coches. Todas estas filosofías se aplican mal al programar un electrodoméstico, que es un acto que carece por completo de trascendencia.

Peor aún, el coche autónomo y eléctrico, una máquina que simplemente nos lleva de un lado a otro pero que no podemos conducir ni controlar, no es ya un objeto de estatus, personalidad y posición social como el coche actual. Casi nadie utiliza su lavadora como elemento para afirmar su personalidad social. Eso preocupa a los fabricantes de automóviles casi más que la emergencia de sistemas de coche compartido. De ahí la propuesta de Volvo c360, que sería una habitación de nuestra casa, un espacio por lo tanto completamente privado, pero sobre ruedas. ¿Matará el coche autónomo y eléctrico toda la cultura del coche tal como la conocemos hoy?

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