El ocaso del carbón, ¿el inicio de la transición energética?

14/01/2019

Tiempo de lectura: 10 minutos

El carbón, fue la primera energía fósil utilizada y la única que se usó a gran escala desde su descubrimiento hasta que comenzó el auge del petróleo y el gas natural. Pero esta energía fósil parece que tiene las horas contadas en Europa. Antes de hablar sobre ello, haremos un pequeño repaso a su historia.

El carbón se empezó a utilizar como combustible en China hace 2.000 años, también fue usado por los romanos, pero hasta el siglo XI no se “redescubrió” que podía arder. Así hasta que durante el reinado de Isabel I de Inglaterra se empezó a usar ampliamente en ciudades. Fue uno de los protagonistas de la Primera Revolución Industrial hasta que se explotó el petróleo que lo fue sustituyendo. Aun así, en 1978 representaba el 26% de la demanda de energía primaria mundial.

En la actualidad, la producción mundial de electricidad a partir del carbón representa un 39,168% según datos de 2015. Más información de esta producción por países y otras en este enlace. En España, representa un 18,962% del total (datos del 2015).

Un combustible engorroso pero con ventajas 

La calidad de carbón se mide según estas características: porcentaje de materia volátil, porcentaje de carbono fijo, azufre, cenizas, oxígeno, hidrógeno, humedad y poder calorífico. El lignito posee entre un 50% y 69% de carbono fijo, el bituminoso (término que hace referencia al grado de poder calorífico del carbón) entre un 69 y un 86% y la antracita entre un 92 y un 98%.

En relación al poder calorífico, el que posee un mayor poder calorífico es aquel que posee mayor contenido en material volátil. Los valores van desde el bituminoso con un poder de 8.500 kcal/kg hasta el lignito con 3.500 kcal/kg.

El carbón se puede obtener a través de minas de cielo abierto o subterráneas. Las subterráneas tienen una serie de complicaciones por la producción del gas grisú y el posible contagio de la silicosis al inhalar partículas de sílice del cuarzo. Se usa en la industria siderúrgica (coque, el cual se obtiene tras un proceso de destilación que elimina la materia volátil del carbón y da un carbón de muy buena calidad, usado para producción de hierro y acero), metalúrgica, sistemas de calefacción central (ya sustituidos por gas natural en muchos casos), la producción de gas y otros combustible sintéticos y en las centrales térmicas.

Aún así, siempre ha sido muy ventajoso, debido a la gran cantidad de reservas en el mundo. Pero es uno de los más combatidos porque provoca alteraciones a la calidad del aire, la ocupación de espacios y su degradación y la contaminación de aguas terrestres y marinas. También influye el polvillo que suelta el mineral en la central térmica, que es trasladado por el viento y puede llegar a las aguas provocando su acidificación. Los gases mayormente expulsados por este combustible son el CO y el CO2, ambos gases de efecto invernadero, así como dióxido de azufre dependiendo del contenido en azufre del mineral.

Minas de carbón en España: cerradas

Tras el fin de la prórroga concedida a Alemania y España en 2010, el fin de las minas de carbón en España ha llegado. Alemania ya lo hizo el año pasado y en España se ha hecho efectivo el 1 de enero de este año.

Las 26 explotaciones de carbón ubicadas en España en las comunidades de Asturias, Aragón y Castilla y León, tenían la opción de cerrar o devolver los 500 millones de euros en ayudas. Así ha sido, han decidido cerrar las minas, pero seguirán operando por su cuenta dos de ellas, la ubicada en Ariño (Teruel) y la mina La Escondida en Laciana, gestionadas por Samca y Hermanos de Baldomero García (HBG), respectivamente. También seguirá operando la empresa Hunosa con un pequeño pozo que no recibía ayudas públicas.

Esta decisión ha sido motivada por la aplicación de normativa comunitaria y así cumplir con el compromiso con Europa en 2010, de cerrar las minas deficitarias. De esta manera se pretende reducir el 15% de gases de efecto invernadero que significaba este combustible en España.

Según datos, el número de trabajadores en el sector se ha reducido a 2.046 trabajadores en 2018 y la supervivencia de estas minas era mediante ayudas al cierre. Lo que está claro es que es una descarbonización, pero que hay que buscar alternativas no sólo para los trabajadores de estas, sino también para garantizar la estabilidad económica de las zonas afectadas con planes de conversión.

La mayor parte del carbón actualmente que se produce en España, procede de países como Colombia, Rusia, Indonesia y Estados Unidos. Según datos más recientes de la REE (Red Eléctrica de España), un 70% del carbón consumido fue importado (2013), según datos del informe realizado por el Observatorio Crítico de la energía.

En España, todavía no se plantea una fecha límite para dejar de quemar carbón, aunque la ONU ya ha aconsejado que desarrolle un plan para dejar de usarlo. El Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente (IIDMA), ha interpuesto una demanda contra el Plan Nacional de Transición (PNT) para las grandes instalaciones de combustión (GIC), que permite emitir de forma excepcional por encima de los límites de la Unión Europea, pidiendo su nulidad de pleno derecho. De ahí la urgencia de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética y un plan para el cierre progresivo y ordenado de estas centrales térmicas.

Además, está previsto el cierre de nueve de las 15 centrales térmicas existentes en España en 2020. Ya ha sido aprobado un real decreto que garantiza una transición justa con medidas económicas para políticas de transición y lucha contra el cambio climático, prejubilaciones, bajas incentivadas y la creación de una bolsa de trabajo.

Las centrales térmicas también tienen las horas contadas, ya que las empresas que las gestionan, como Endesa o Naturgy, han solicitado su cierre y las únicas operativas después de esa fecha serán las de As Pontes, Aboño, Soto de Ribera, Los Barrios, Litoral y Alcudia II-Carbón, las correspondientes a carbón de importación. De las nueve que cerrarán ya hay dos que lo han hecho, Compostilla II y Anllares en el Bierzo.

Ya se observan planes de reconversión, como en Ariño que ha creado un balneario usando los fondos Miner y consiguiendo así  diversificar sus ingresos, pero la explotación sigue siendo el pilar de su economía. En Andorra (Teruel) plantean extraer carbón para usar como fertilizante, debido al inminente cierre de la central térmica.

Aunque cierran las minas, en la comarca de El Bierzo y Laciana está teniendo más auge el turismo y el sector agroalimentario, esperando a una reconversión de la industria del carbón.

Por último, algunos datos de 2017 sobre la emisión de gases de estas centrales en España. Las nueve que cerrarán por no realizar las inversiones para cumplir con la directiva, emitieron en conjunto 17,75 millones de toneladas de CO2, mientras las seis que seguirán funcionando emitieron 28,78 millones de toneladas. El consumo de combustibles sólidos (incluyendo la biomasa) representó en 2014 un 18,57% del total de emisiones de CO2 en España. Puedes ver en este enlace más información. Ese mismo año, el carbón representó aproximadamente un 13% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero en España.

Calderas de carbón en Madrid

Se sabe que Madrid todavía cuenta con 656 calderas de carbón, 389 de las cuales con datos de potencia . En este enlace se puede observar el censo realizado por el Ayuntamiento. La calefacción es responsable del 56% de las emisiones de partículas contaminantes en Europa, según AEMA (Agencia Europea del Medio Ambiente).

Con el nuevo Plan de Calidad del Aire de Madrid, las calderas de carbón estarán prohibidas en 2020 y se regulan las calderas de biomasa. En 2012, con el Reglamento de Instalaciones Térmicas (RITE)  ya estaba prohibido el uso, pero no se exigía el cambio. Un informe de la Abogacía del Estado, concluyó que las instalaciones anteriores a la entrada en vigor del RITE podían seguir operando.

Agremia (Asociación de Empresas del Sector de las Instalaciones y Energía) pide ahora además que también en este área (Madrid Central) se reduzcan estas calderas o se sustituyan para mejorar más la calidad del aire de Madrid. En este área hay todavía más de 200 calderas de carbón. Piden que el ayuntamiento establezca ayudas a esta sustitución y complementarias al Plan Renove de la Comunidad de Madrid.

Otras consecuencias y soluciones

Las negativas consecuencias ambientales del uso del carbón repercuten directamente sobre nuestra salud. En este informe de WWF, “Europe’s Dark Cloud”, se alerta sobre ello.

El informe centrado en la UE, que tiene como objetivo la desaparición del uso de carbón como medida necesaria para llegar a un 100% de energía renovable, alega que causa muertes prematuras provocadas por partículas PM 2,5 cuya dispersión por el aire provoca su entrada por las vías respiratorias. Según datos del informe del 2012 un 40% de las muertes prematuras por esta causa es por enfermedades del corazón y otro 40% por derrame cerebral. No solo afecta a estos dos órganos, sino también a pulmones, sistema circulatorio, riñones, entre otros y provoca nacimientos prematuros, deterioro de la capacidad cognitiva en adultos y niños, entre otros problemas.

Lo que se puede observar es la concienciación de un continente por cambiar el modelo energético, reduciendo el uso del carbón entre otras medidas. En la prórroga ya comentada, también se incluía a Rumania y Polonia, que ya han hecho planes de cierre de sus minas. En Alemania, ya se cerró el 21 de diciembre de 2018 el último pozo. La UE está cada vez más cerca del fin de estas minas.

Lo que está claro es que es necesario una reconversión industrial en estas zonas para buscarle un nuevo uso al carbón o sustituirlo por energías renovables, ya que una de sus opciones, el gas de esquisto, gas natural atrapado en sedimentos de roca abundantes en esquisto extraído mediante fracking sigue teniendo las mismas consecuencias ambientales negativas que este. En resumen la mejor opción es darle un nuevo uso o cambiar por renovables.

La sustitución de este combustible es un pilar de la transición energética que hay que llevar a cabo y que debe ser justa y tener en cuenta a todos los sectores y actores implicados. Es necesaria la descarbonización y reducir así nuestra dependencia de estas energías fósiles.

Jaime García Martín 

Fotografía: Stafichukanatoly en Pixabay.

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