Diez cosas que nos parecen normales y que son completamente insostenibles

13/04/2023

Tiempo de lectura: 6 minutos

En el transporte…

Semáforos regulados contra el peatón

Un semáforo corriente permanece abierto unos 80 segundos para los coches y solo 20 para los peatones. Es aproximadamente la misma proporción del espacio disponible en una ciudad media para los coches y los que caminan: 80% los primeros, 20% los segundos. En estos pocos segundos los peatones tienen que salvar la distancia que les separa de la acera de enfrente a buen paso: los conductores se molestan mucho con los peatones lentos.

Hace muchos años se intentó en Vitoria-Gasteiz una regulación de los semáforos igualitaria. Otra solución mejor sería la eliminación de los semáforos y la coexistencia pacífica en las calles de vehículos a poca velocidad y peatones.

Pasos elevados y rodeos para salvar autopistas urbanas 

Las primeras autopistas urbanas mataron a unas cuantas personas que intentaron cruzarlas pensando que eran una calle sin más. Este “problema de los peatones” se solucionó vallando la autopista y colocando pasarelas por encima o por debajo de la vía. En algunos casos fue la autopista la que se elevó en el aire.

Las autopistas elevadas o “escalextrics” han desaparecido ya casi todas, y son vistas como una aberración urbana. Pero quedan muchas autopistas urbanas partiendo en dos literalmente las ciudades, con unos pocos pasos elevados que obligan a largos rodeos para salvar distancias de pocos metros en línea recta.

Hacinamiento en el transporte público

El hacinamiento en horas punta convierte la experiencia del transporte público en menos agradable de lo que podría ser, y a veces en una forma de suplicio urbano. Damos por sentado que, si tenemos la desgracia de tener que usar el metro o el autobús en hora punta, viajaremos con un codo ajeno incrustado en las costillas.

Lógicamente, cualquiera que se lo puede permitir abandona el metro o el autobús y se compra un coche. Este círculo vicioso termina degradando el transporte público y también empeorando los atascos de vehículos privados. Pero también es posible un círculo virtuoso en el que la mejora continua del transporte público atrae cada vez más usuarios y descongestiona la ciudad.

Violencia vial de baja intensidad

La verdad es que esto está al límite de la legalidad. Consiste en la práctica común de muchos conductores de “achicar espacios” cuando se mueven por las calles. Por ejemplo, no frenar cuando se acercan a un paso de cebra, con la esperanza de que el peatón no se atreva a cruzar y les deje pasar.

Hace más de medio siglo que se hacen campañas para fomentar la cortesía vial, pero parece que fomentarla lleva más tiempo del que se pensó inicialmente.

En la alimentación…

Alimentos sostenibles caros… y ultraprocesados (aparentemente) baratos

Huevos ecológicos tres veces más caros que los convencionales, garbanzos de bote sin aditivos que duplican el precio de los normales. Por el lado opuesto, alimentos de mala calidad, dopados con aditivos para que sean irresistibles, muy baratos, al menos en apariencia.

El resultado es una alimentación cara y selecta para unos pocos y comida de menos calidad para la mayoría. Cualquier elevación general de los estándares de calidad (limitando el uso de pesticidas o aumentando el espacio disponible para los animales, por ejemplo), levanta encendidas protestas en la industria alimentaria y augurios de aumentos de precios inasumibles para la mayoría de los consumidores.

Listas de ingredientes trucadas

Uno de los ardides más habituales consiste en disfrazar el contenido en azúcar de un producto bajo sus diversas denominaciones: sirope de maíz, maltodextrina, sacarosa, etc. Otro consiste en disfrazar un producto de muy mala calidad, elaborado a base de harina refinada, grasa de palma ultrarefinada y azúcar blanquilla, con una vistosa lista de vitaminas inyectadas en el producto.

La regla del número de ingredientes suele funcionar. Cualquier producto que tenga más de cinco ingredientes sin necesidad (por ejemplo el pan, que debería llevar solo harina, sal, agua y levadura) debería ser rechazado.

Meter miedo para vender productos alimentarios

El más habitual es el pánico a no obtener bastante calcio, que se soluciona –según la publicidad de la industria láctea– ingiriendo grandes cantidades de leche, yogur y derivados. Otros nutrientes panacea son el hierro, el magnesio, diferentes vitaminas, “micronutrientes”, “fitoquímicos”, etc.

En realidad podemos obtener calcio de muchas fuentes no lácteas, y lo mismo pasa con otros nutrientes con los que nos quieren meter miedo: podemos obtenerlos de variadas fuentes alimentarias.  En último término, es mucho más importante comer bien (con abundancia y variedad, a base de productos frescos) que cotejar listas de nutrientes.

Los cócteles de aditivos en alimentos

El truco de descomponer una manzana en sus componentes esenciales, que arroja una larga lista de compuestos químicos aparentemente aterradores, se ha utilizado para consolidar la idea de que los aditivos son seguros. Ciertamente los aditivos son completamente legales y han sido autorizados tras rigurosas pruebas, que garantizan que no nos van a hacer daño tomados uno a uno en las dosis en que figuran en los alimentos.

El problema está en que los aditivos en masa (hasta 20 podemos encontrar en una misma etiqueta) se suelen utilizar para disfrazar la mala calidad de los alimentos ultraprocesados. No hay más que imaginar una pasta a base de harina de soja y de trigo refinada, aceite de palma y azúcar: no parece muy apetitosa. pero dopada con infinidad de aditivos saborizantes, texturizantes, colorantes, etc., se convierte en un producto irresistible, casi adictivo.

En la cesta de la compra…

Envases desechables que van directamente a la basura

Especialmente envases de plástico y briks, tras una vida útil bien corta siguen su camino hacia la basura urbana. En el mejor de los casos en un contenedor amarillo, en el peor terminan tirados por ahí.

La alternativa es un sistema de consigna, por el cual cada envase lleva adherida una cierta cantidad de dinero que se pierde si se tira, y que se recupera si se devuelve.

Productos abierta y descaradamente nocivos, tóxicos y peligrosos

Muchos productos de limpieza son irritantes, tóxicos, nocivos para el medio ambiente, cancerígenos, corrosivos, etc. No es ninguna suposición, lo dicen con claridad unos vistosos iconos impresos en el envase. Los compramos, los llevamos a casa y cruzamos los dedos para que no causen ningún estropicio.

Aquí funciona un curioso sesgo: muchas personas no confían en productos inocuos para tareas que consideramos que requieren agresividad, como la limpieza “a fondo”. No obstante, una limpieza regular con productos inocuos, como jabón y vinagre, es suficiente para tener la casa impoluta, sin necesidad de productos peligrosos.

Jesús Alonso Millán

Fotografía: Behzad Ghaffarian en Unsplash

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One Comment

  1. Juan 14 abril, 2023 at 7:46 am - Reply

    bufff qué sarta de tonterías para empezar la mañana…

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