SUVskam y otras vergüenzas

05/12/2019

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El concepto de flygskam “vergüenza de volar” ya es famoso, pero hay otras “skams” que pueden ser más preocupantes. Volar, aunque produzca mucho CO2, mueve al que usa este medio de transporte a 900 km/h. A esa velocidad, se tardan unas seis o siete horas para cruzar el Atlántico. Como contraste, Greta Thumnberg ha tardado 21 días en navegar a vela entre Nueva York y Lisboa. La huella en caso de haber hecho el viaje en avión sería de 3,5 toneladas de CO2 para toda la tripulación (cinco personas). Incluso sumando la huella de otros consumibles, sale a cuenta ir en barco de vela. El único problema es que el viaje dura 80 veces más que si lo haces en avión. No obstante, el concepto de flygskam es potente y está sirviendo para que mucha gente sea consciente del impacto de nuestro estilo de vida sobre el planeta.

No obstante, si bajamos a tierra y miramos a nuestro alrededor, veremos muchos motivos más para sentir skam, y mucho más fundados. Para empezar, el SUVskam. Consiste en utilizar un vehículo de 2.000 kilos para moverse por la ciudad, a una velocidad media de unos 25 km/h. A diferencia del avión de pasajeros, que contamina el aire allá arriba, lejos de nuestro alcance, el SUV contamina el aire de nuestro barrio, ocupa espacio en la calle donde vivimos y contribuye al ruido ambiente y la siniestralidad en la ciudad que habitamos. La gran diferencia del flygskam y el SUVskam es que el volar a 900 km/h no es lo mismo que navegar a 12 km/h, mientras que los SUVs y cualquier otro vehículo tienen exactamente la misma velocidad y prestaciones.

De visita en Madrid para asistir a la COP25, Fatih Birol, el director de la Agencia Internacional de la Energía, ha proporcionado un titular rotundo en una entrevista: “Hablamos mucho del coche eléctrico cuando el problema es el todoterreno urbano”. Según sus cifras, los SUV han pasado de suponer el 18% del parque mundial de vehículos al 42% actualmente. Y consumen como media un 25% más que un coche normal. Así que ahora mismo tenemos una flota creciente (1,05 % del total de turismos, en España, en 2018) de coches eléctricos que contaminan mucho menos y una flota que crece mucho más rápido de SUVs que contaminan mucho más, de manera que el balance general, lejos de mejorar, empeora.

Si echamos un vistazo a las últimas cifras de matriculaciones de turismos en España, vemos que los coches pequeños (urbanos + utilitarios) aportaron el 24,6 % de las matriculaciones de enero a noviembre de 2019, con clara tendencia a la baja. El segmento superior (compactos, medios, deportivos, grandes, premium) se puso en la misma cifra de 24,6 % con cierta tendencia a la baja. Los monovolúmenes se quedan en 3,6%, con muy clara tendencia al descenso. Los SUVs de cualquier tipo aportaron el 46,6% de las matriculaciones, con muy marcada tendencia al ascenso.

Esto quiere decir que solamente la cuarta parte de los compradores de coches actúan racionalmente, de la misma forma en que actúan cuando compran cualquier electrodoméstico, desde una lavadora a un televisor, y cotejan cuidadosamente sus prestaciones y su precio. Nadie pagaría 1.000 euros por un electrodoméstico si lo puede conseguir por 300. Pero dos tercios o más de los compradores de coches pagan gustosos 20.000 o 30.000 euros por vehículos que tienen las mismas prestaciones que los que se venden por 7.000. El problema es que los fabricantes no pueden elevar los precios simplemente a base de diseño y cromados, que eso sería lo menos dañino, sino que tienen que ofrecer al público coches enormes con motores muy grandes, consumos muy elevados y emisiones igualmente elevadas.

La famosa Greta Thunberg está concentrando sobre su persona gran cantidad de improperios estos días. Uno de los más repetidos es que su movimiento y en general la “emergencia climática” pretende devolvernos a todos al paleolítico, quitándonos las comodidades de que disfrutamos. La SUVskam demuestra que eso no es verdad. De lo que se trata es de vivir mejor, sin grandes coches ruidosos y contaminantes en cada esquina. Probablemente en diez o veinte años los SUV estarán prohibidos en las ciudades, por las que sólo circularán vehículos eléctricos compartidos.

Como dice el director de la Agencia Internacional de la Energía, “Si fuera ministro, me aseguraría de que comprar un SUV tuviera algún desincentivo”. Lo cual nos lleva a la cuestión “skam”. Un SUV pertenece a la misma categoría que las barbacoas desechables, es una señal de que el complejo industrial-consumerista se ha salido de madre. ¿Tienes un SUV? Pues véndelo o mejor todavía, achatárralo, y cómprate una bicicleta. Respeta a tus vecinos y respeta a tu planeta.

Jesús Alonso Millán

Fotografía: Yogi Purnama en Unsplash.

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