Siete cosas que necesitan nuestras ciudades

13/10/2016

Tiempo de lectura: 6 minutos

Algo está cambiando tras la firma del Acuerdo de París (COP 21), que ya han ratificado muchos países. Esta vez parece que va en serio, que vamos a avanzar hacia un mundo más sostenible. Y no va a ser fácil. Pero puede estar llegando una inesperada ayuda al campo de la lucha contra el cambio climático: las ciudades.

Tradicionalmente (y justificadamente en muchos casos) la ciudad ha sido vista como la parte mala del medio ambiente. La gran ciudad sobre todo era un sumidero de residuos, todo ello bañado por una atmósfera contaminada y un mar de ruido. Pero eso está cambiando y la ciudad está pasando a primera línea de la sostenibilidad, gracias a muchas iniciativas, algunas de las cuales se pueden a vera continuación, y sobre todo a un cambio cultural: la ciudad está pasando de ser el gran problema de la sostenibilidad a ser la gran solución.

Avanzar hacia la ciudad de vertido cero

Tradicionalmente se ha considerado la ciudad como una especie de agujero negro, que absorbe enorme cantidades de energía, agua y materiales y devuelve a su entorno enormes cantidades de contaminantes atmosféricos, aguas residuales y basura. ¿Cómo podríamos cambiar radicalmente hacia una ciudad de vertido cero?

Tal vez San Francisco tenga la respuesta. La ciudad del Golden Gate, Sausalito (y también Alcatraz) está poniendo en marcha un interesante sistema para reducir la cantidad de residuos que produce. Algunas de las muchas medidas que incluyen son verdaderamente radicales, por ejemplo acaban de prohibir la venta de agua embotellada. Vancouver está por la misma labor. Y hay mucho más. Por ejemplo, en la la ciudad sueca de Vallstaden, se está ensayando un prometedor sistema por los que el usuario pagará en función de los residuos que produzca.

Poner en marcha la movilidad privado-pública

No se puede mejorar a la vez el transporte público y el transporte privado, uno de los dos tiene que ceder. El transporte privado no puede ser erradicado sin más, pero cada vez hay más soluciones que recogen sus ventajas sin cargas con sus inconvenientes. Por ejemplo, mediante redes de vehículos eléctricos compartidos.

Este tipo de redes están creciendo a gran velocidad. Un 43% para Car2Go, la red de coche compartido de Daimler, comparando el año pasado con el actual. En la ciudad de Madrid, gran capital de los atascos y la contaminación causada por el tráfico, Car2Go tiene ya 112.000 usuarios. Y hay más: Bluemove, Avancar… El coche compartido está a punto de pasar de ser anecdótico a un firme alternativa de transporte urbano.

Organizar la economía circular, también en la ciudad

Circuitos urbanos de reutilización y reciclaje han existido siempre, como los patios de chatarra tradicionales. Pero ahora se trata de convertir a la ciudad es el nudo fundamental de los circuitos de economía circular. Además de grandes estrategias, hay ya muchas iniciativas muy concretas que van en esta dirección.

Por ejemplo, grandes rebajas fiscales en las reparaciones de toda clase de objetos, desde bicis a lavadoras (se está discutiendo en Suecia). El regreso del antiguo sistema de devolución y retorno de envases. O algunas iniciativas de tiendas de ropa en el sentido de recoger ropa usada y tomar medidas para cerrar el pavoroso crecimiento de la ropa desechable.

Otra modalidad más informal de economía circular tiene terreno fértil en la ciudad. Son las redes de trueque y compraventa de artículos usados entre particulares. Ya no están basadas en anuncios de periódico, sino en apps vía teléfono móvil, como Wallapop o Vibbo.

Acabar la guerra entre los conductores y resto de la ciudad

Muchos conductores creen que tienen derecho a campar a sus anchas en la ciudad, y muchas ciudades les están convenciendo de lo contrario, no sin conflicto. Es la guerra. Y hablando de guerra, la pacificación del tráfico es un elemento fundamental de las ciudades sostenibles. Así como la restructuración del espacio urbano, actualmente dedicado al coche en un elevado porcentaje, el rechazo a las autopistas urbanas y soluciones como las  superislas o supermanzanas y las ciudades caminables.

«El 65% de todo el espacio público de la ciudad está destinado al coche, ya sea para viales o aparcamientos», afirma Manel Ferri, del Comité Técnico de Movilidad de Conama 2016. “Dicho de otro modo, hemos entregado al coche las dos terceras partes de la ciudad y el resto de la vida, el paseo, el juego, el disfrute, el ocio lo tenemos que realizar apiñados en el pequeño espacio sobrante”.

Esta gran cantidad de espacio que vamos a devolver al resto de la vida que no es conducir un coche será parte de la ciudad caminable. Es asombroso que el medio de transporte mejor, más antiguo, más sano y más flexible sea el más postergado en la ciudad. No hay más que fijarse en cómo está regulado el tiempo de paso en los semáforos para coches y para peatones para comprobarlo.

Naturalizar la ciudad: lo mejor de dos mundos

A la gente le gusta vivir en ciudades porque contienen muchas cosas agradables para la vida que no se encuentran en la naturaleza. ¿Podríamos tenerlas y al mismo tiempo no renunciar al contacto con el mundo natural?  Soluciones como las cubiertas verdes o la re-naturalización de cursos de agua hacen pensar que sí.

Smart citizens: ciudadanía implicada activamente en vez de crítica pasiva

Una smart city que se dedique exclusivamente a soluciones de conectividad tecnológica no tiene mucho futuro. Tradicionalmente, el habitante urbano es criticón y creativo. Ahora se trata de dirigir esas cualidades a la mejora de nuestras ciudades. Muchos proyectos de participación ciudadana, enormemente potenciados por las nuevas tecnologías de la comunicación, se están poniendo en marcha.

Avanzar hacia la ciudad autosuficiente

Es evidentemente muy difícil que una ciudad se autoabastezca de energía, agua y alimentos. Pero la experiencia de grandes urbes que han puesto en marcha planes climáticos de energía, como París, muestran resultados alentadores. Son muchas las posibilidades que existen de captar energía y de recuperarla en el medio urbano.

París declara haber reducido en un 9,2 % sus emisiones de gases de efecto invernadero (2004-2014) y tiene un 25% como objetivo para 2020. Cada vez hay más proyectos para integrar las energías renovables en la ciudad, y en general para reciclar la energía y aprovecharla mejor.

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One Comment

  1. Rodrigo Lopez 15 octubre, 2016 at 11:44 am - Reply

    Ante la amarga expectación que se nos pone ante nosotros, como que nos cobren los rayos solares o masacres como la de los refugiados y otras guerras, es un alivio saber que no todo es negativo. Y es que. Por más que, algunos «mandamáses» se empeñen en evitarlo, el camino está, cada vez más claro… Mi filosofía, cosa que no nos quitarán por más que lo intenten, es ácrata. ¿Y la vuestra?…

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