La pesca sin control puede ser mucho peor que el fin del petróleo

16/02/2015

Tiempo de lectura: 5 minutos

La sobrepesca tiene efectos devastadores sobre los ecosistemas marinos, que van más allá del impacto que se ejerce en las especies capturadas, pues al variar el número de ejemplares de una especie, se puede provocar un daño muy grande en su ecosistema. Por ejemplo, si se eliminan la mayoría de las truchas de un río, las carpas se colocarán en una situación predominante que impedirá para siempre el restablecimiento de la población de truchas que tenía antes.

La organización internacional de conservación marina Oceana, valoró en el último encuentro de la Organización Regional de Ordenación Pesquera del Pacífico Sur (ORP), realizado en Auckland, Nueva Zelanda, que se incluya al buque-factoría Pacific Andes, comúnmente conocido como Lafayette, en la lista de las naves pesqueras que practican pesca ilegal, no declarada y no regulada (IUU, Illegal, unreported & unregulated). Las naves que pertenezcan a esta lista tendrán prohibido la pesca hasta que las sanciones monetarias se concreten, en el caso del Lafayette, siendo impuestas por los estados de Perú y Rusia.

El barco de bandera rusa formado con capitales chinos es cinco veces superior al tamaño del buque-factoría de bandera holandesa Margiris, que fue prohibido en aguas australianas en 2012. El Lafayette tendrá prohibido seguir pescando mientras permanezca en esta lista, ya que es considerado un emblema de la depredación de los mares a nivel mundial. Es un avance importante que este tipo de naves estén sujetas a prohibiciones efectivas para seguir operando con el fin de preservar el medio acuático.

El objetivo común consiste en fortalecer organismos como la ORP para asegurar la sustentabilidad de los recursos pesqueros transfronterizos, ya que debe ser preocupante para una región que aparezca un barco del tamaño del Lafayette. La empresa Pacific Andes International Holding, construyó esta nave en 2008 con una inversión que alcanzó los 100 millones de dólares estadounidenses, transformando un antiguo buque petrolero en el buque pesquero más grande del mundo. Fuentes oficiales confirmaron que actualmente carecía de autorización para operar ya sea en la pesca del atún del Pacífico occidental o de la pesca del jurel del Pacífico Sur (el jurel es una especie de chicharro).

El buque-factoría funciona como un buque almacén para el traslado de las capturas de otros pesqueros de arrastre que lleva en su interior. Luego clasifica las capturas, procesa y congela a bordo el pescado, para posteriormente transportarlo a los respectivos mercados. Es capaz de procesar 1.500 toneladas de pescado al día, y si funcionara los 365 días del año, sería capaz de procesar entorno a 547.000 toneladas de pescado.

Se realizó una investigación en 2012 por el Centro para la Integridad Pública de Estados Unidos, en la que se culpaba a los buques-factoría de ser responsables de una disminución del 90% en la pesca del jurel en el Pacífico Sur. En tan sólo dos décadas, el stock de jurel ha caído, de unas 30 millones de toneladas a menos de 3 millones en la actualidad. Solamente la pesca del jurel representa un tercio del total en peso de las capturas mundiales.

Los barcos de arrastre más grandes del mundo, después de haber esquilmado otros océanos, ahora ponen rumbo hacia las aguas cercanas a la Antártica para disputarse lo poco que queda. En septiembre de 2012, los científicos de la ORP llegaron a la conclusión de que una captura anual por encima de las 520.000 toneladas podría dañar aún más lo que queda de jurel. Sólo las pesqueras chilenas tienen autorización parar pescar una cuota global de 252.000 toneladas.

La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura señala que la flota pesquera mundial es dos veces y media mayor de lo necesario. Esa estimación fue publicada en un informe de 1998, pero desde entonces, la capacidad pesquera de las flotas se ha incrementado aún más. Los fondos de la Unión Europea, co-financiados por Alemania, Reino Unido y Francia, ayudaron a la Asociación de Grandes Arrastreros Congeladores de Pelágicos (PFA) a construir o modernizar 15 barcos de arrastre, aproximadamente la mitad de su flota. Según datos oficiales de la Comisión Europea, el arrastrero Helen Mary de la PFA, que empezó a faenar en el Pacífico Sur en 2007, recibió 6,4 millones de euros en subvenciones entre los años 1994 y 2006, más que ningún otro barco pesquero de la UE.

Las ayudas estatales tanto de la UE, como de países americanos o de China, han creado tanta capacidad pesquera que los grandes arrastreros están obligados a pescar lo máximo que pueden para recuperar la inversión realizada. Estos buques recorren los océanos en busca de cualquier pescado disponible, originando sobrepesca y ejerciendo una presión sobre los gobiernos que intentan gestionar los recursos de manera sostenible. Esta tendencia mundial no cambiará a menos que una gran potencia, ya sea la Unión Europea o los Estados Unidos, adopte medidas de control, asumiendo esa autoridad moral y de esa manera otros le seguirán.

Fuentes:

Fotografía: Fish by AomAm from the Noun Project

 

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2 Comments

  1. Salvemos las truchas 9 agosto, 2018 at 1:12 pm - Reply

    Quería hacer un alegato a favor de la conservación de la trucha común en los ríos españoles. A pesar de ser considerada una especie invasora, no debemos olvidar que en la península ibérica la gran mayoría de las especies que existen son o pueden ser consideradas invasoras como la carpa común, el black bass, el pez gato y un largo etcetera.

  2. Josepesca 9 julio, 2017 at 8:45 pm - Reply

    Muy cierto este artículo, por eso hay que fomentar una pesca mucho más sostenible

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