Cinco hitos de la movilidad urbana

06/06/2017

Tiempo de lectura: 3 minutos

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El 99,9% de los coches son de motor de combustión, y aproximadamente dos tercios de los hogares  tienen un coche en propiedad. Los coches (aproximadamente un millón) se usan poco, más de un 95% del tiempo permanecen aparcados y ocupando aproximadamente el 30% de espacio disponible en la vía pública. Pero cuando se usan causan unos atascos descomunales, todos los días en las horas puntas y en puntos concretos. Los coches producen dos tercios de la contaminación atmosférica en la ciudad, el 80% del ruido y cientos de muertos y heridos en accidentes. Hay unos incipientes sistemas de vehículo eléctrico compartido (unas 1.200 unidades), una gran red de taxis y de VTC (vehículos de alquiler con conductor) y extensas redes de metro, cercanías y autobuses. También un sistema municipal de bicicletas eléctricas.

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Ya hay un 20% de coches eléctricos, lo que alivia considerablemente la contaminación de la ciudad. El número total de coches ha descendido a 750.000. Los sistemas de coche eléctrico compartido tienen más de 20.000 vehículos y sustituyen al cuarto de millón de coches en propiedad que han desaparecido de las calles (el achatarramiento de vehículos se ha convertido en un problema ambiental de primera magnitud). Un cierto número de coches autónomos circulan ya por las calles.

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Sólo quedan unos pocos coches de motor de combustión, en manos de coleccionistas. La flota urbana de coches en propiedad se ha reducido a unos 100.000 vehículos. Los 75.000 coches eléctricos compartidos sustituyen a 900.000 vehículos en propiedad. Más de la mitad de los coches son autónomos. La contaminación, ruido y tasa de accidentes se reducen drásticamente. Los antiguos taxis y coches de alquiler con conductor están al borde de la desaparición. El transporte público convencional con líneas fijas también está en apuros: la gente prefiere coger un coche autónomo en cualquier esquina para llegar a su destino.

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Las redes de autobuses han desaparecido y se está buscando una utilidad a los túneles del metro. Tampoco existen ya empresas de taxis ni de coches de alquiler. Todo el servicio de movilidad en la ciudad está servido por una flota de 100.000 vehículos autónomos, con una  tasa de ocupación muy elevada gracias a sistemas de inteligencia artificial. La contaminación atmosférica ya es residual, aunque el ruido sigue siendo un problema en determinadas zonas y horas punta. La siniestralidad de tráfico es casi cero.

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La ciudad se ha rediseñado por completo. La ocupación de la vía pública por coches ha descendido a un 2%, y se han podido reconvertir numerosas vías de tráfico en parques y zonas verdes y comunitarias. Han desaparecido todos los semáforos y todas las señales de tráfico: peatones y coches coexisten libremente en la vía pública. La policía de tráfico (agentes de movilidad) todavía mantiene una pequeña oficina, por si acaso.

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